Crack Bang Boom 2: Domingo


Mucho, mucho más descansado después de la jornada sabatina, con menos sueño encima y viendo que el Gran Premio de Canadá, como se corría en un meridiano horario similar al mío (y por lo tanto era de tarde) me lo iba a perder, fui después de comer a la convención, para su último día.

Compré el ticket pero fui al Galpón 11, en el que no había que pagar entrada. Me quedé ayudando a Omar a pegar ilustraciones de la ADL en un espacio de muestra; se sumaron Elías y varias otras personas más, hasta que llegó Carlos Barocelli a ofrecerme una acreditación que sobraba, para que entrara gratis al CEC. Le dije que ya había pagado y que quería pagar, para bancar el evento, así que me la dejó como recuerdo.

Una vez más me quedé un rato en lo de LA Comics, además de charlar con Oenlao e intercambiar publicaciones. Me dio gusto ver que él también había estado teniendo muy buenos resultados en cuanto a ventas.

Un paneo general del Galpón 11 y sus stands


Volví a observar que muchos espacios del Galpón 11 estaban vacíos, como si se trataran de stands no ocupados por falta de ofertas o cancelados a último momento. Es algo que puede verse claramente en las fotografías. Lo bueno es que en los otros stands generalmente había gente y cada tanto hasta se formaban grupos que no nos dejaban ver el interior.

Me quedé un rato en los dos stands que la ADL tenía en el evento, particularmente en el que estaba en el mencionado Galpón 11. El del CEC era muy pequeño, solamente cabían tres personas que parecían enlatadas, y había que hacer toda una operación de ingeniería para entrar. Saqué las últimas fotos y compré las últimas cosas. Como no había charlas que me interesaran ese día, lo guardé para conversar con todas las personas (muchas) con las que todavía no había hablado. Me quedaron un par que no pude ubicar, como Andrés Valenzuela (apenas lo pude ver, este año se ve que trabajó todavía más y/o era invisible) o Maximiliano Traverso, artista que pronto aparecerá en Cuna de Héroes.

Compré dos cosas: JSA Clasificado, edición nacional, que tenía escaneado pero quería tener en papel, y JLA Tierra 2, pensando en pedirle a Frank Quitely que me lo fimara. Gastos inesperados, pero necesarios.

Noté inmediatamente la cantidad obscena de gente en el CEC. Había que hacer cola para entrar y para salir, la temperatura era de varios grados más que en el exterior y había un cierto tufillo a transpiración y aire viciado. Luego de un rato tratando de no pisar ni ser pisado, fui al baño, miré un rato la charla de José Villarubia, de pie, y salí.


Volví entonces al Galpón 11. Se había anunciado que Eduardo Risso y Ariel Olivetti estarían mirando carpetas. Rápidamente se formó una fila laaaarga. Muchos que habían accedido, o no, a la entrevista con Cebulski tuvieron una segunda chance, esta vez con explicaciones y correcciones.

Fue entonces cuando me quedé a conversar nuevamente con Oenlao, quien tenía junto a su stand semejante marabunta, lo que, creo, le ayudó a vender lo poco que le quedaba. Cuando el grupo disminuyó, me acerqué para pedirle a Risso que me firmara Broken City, pero se colaron más dibujantes con carpetas. Pacientemente me quedé en el grupito y aproveché para escuchar escuchar la clase de Eduardo, que tiene fama de ser tajante y duro, pero lo es por una razón: el mercado no un lugar amable.


Muchos de sus consejos apuntaron a que el dibujante tenía que desarrollar su estilo personal, no siendo "seguidor" de nadie en particular (aunque pudiera haber influencias, claro). También debía trabajar mucho en la narrativa, que era lo que los comics estadounidenses, con sus splash pages, estaban perdiendo. Había que ser mejor que los demás, en definitiva, y no quedarse en el montón de gente que "dibuja parecido a...", porque cuando viene una crisis editorial, esos son los primeros que caen víctimas de la guadaña.

Como dato curioso, de pronto escucho a alguien hablando en inglés a un costado mío, y sí, era C.B. Cebulski!!! Le dijo a alguien que quería sacarle a Eduardo una foto, y así lo hizo, mientras el dibujante posaba, porque había escuchado lo que decía. Intercambiaron algunos comentarios y chistes. Luego Eduardo se puso a hablar sobre que los aspirantes a dibujantes no debían dibujar superhéroes, porque ese mercado los chupaba y les quitaba todo lo bueno. Comentó que, si bien él cada tanto hace un Batman, lo hace con gente de confianza como Brian Azarello, porque sabe que sus historias son buenas. Y deslizó que estaba preparando algo mucho mucho mejor que Broken City... Obviamente también con Azarello.

Con lo justo, porque estaba apremiado por sus obligaciones como organizador, logré que me firmara mi copia. Lamentablemente un amigo mío, Santiago Madile, con quien estamos trabajando desde el anterior CBB, no tuvo tanta suerte. Pero el destino da vueltas...

Nos quedamos charlando con Santiago, a quien había visto brevemente el viernes. Teníamos una charla pendiente y temía perder la oportunidad. Había venido con su familia y estaba por irse, pero logró quedarse un rato más para charlar conmigo. Me mostró lo que había traido a CBB2, un trabajo realmente hermoso sobre un guión mío (presentado al concurso del evento, no premiado) y otros trabajos que no había visto. Muchos esfuerzo y amor que espero pronto tenga fruto.

Nos pasamos al CEC para seguir charlando. De pronto me pidió ir hacia los stands de venta de comics para ver algo, y por una de esas casualidades, nos topamos frente a frente con Marcelo Frusín. Yo no sabía que se conocían, así que me resultó muy grato ver que Marcelo opinaba bien de los avances de Santiago. Nos quedamos un rato charlando e intercambiando opiniones sobre la convención, hasta que nos tuvimos que separar. La verdad, un lindo encuentro fruto de una total casualidad, que compensó un poco que Santiago no haya podido mostrarle su carpeta a Eduardo.

Finalmente me quedé solo de nuevo, y me dediqué a vagar y charlar con algunos amigos que estaban dentro de la convención, con quien nos cruzábamos cada tanto. Pude encontrarme así con mi padrino Ariel, a quien no veía desde hacía rato, y a varias personas más.

El concurso de disfraces fue el evento previo al cierre, en donde se congregaron muchas personas. Sinceramente no le presté mucha atención, ya que después de muchos años de Leyendas, ya no hay mucha novedad. La buena noticia fue que Mercedes sacó el segundo premio con su disfraz de Anita, la hija del verdugo. Buena noticia salvo para el novio, pero en todo caso a esa altura le daba lo mismo que ganara o que perdiera, creo yo.

Luego de esto, nos movilizamos en masa hacia el bar, en donde tuvo lugar el cierre del evento. Una vez más nos encandilamos con una hilera laarga de guionistas, dibujantes y periodistas de comics que apenas cabían en el escenario (de hecho, en las fotos algunos no salen por el ángulo, los tapan el telón).

Risso y compañía agradecieron a todo Cristo por el evento, fueran tanto políticos, funcionacios, particulares o empresas. Y falta que hacía: nos informaron entonces que el número de asistentes en los cuatro días había sido de 9.500 personas, cifra muy superior a la del año anterior, en la cual las estrellas de DC y la publicidad en televisión y diarios había atrapado a muchos.

Esa fue la primera de muchas tandas de aplausos. Risso también comentó que ya estaba confirmada la continuidad del evento para el 2012, regresando a la fecha original de octubre. El dato no es menor: este año se elige gobernador e intendente en julio, y los organizadores adelantaron la fecha por si se daba el caso de que los socialistas perdieran una o las dos posiciones. Los peronistas no se caracterizan por dar dinero a eventos culturales, ni por hacer nada innovador, ya que vamos al caso. Luego del anuncio del futuro Crack Bang Boom 3, otra tanda de aplausos.



Este año, con más presupuesto y menos prisas, los invitados fueron obsequiados con un recuerdo más elaborado que el del año anterior. Se trataba de un busto de Sonomán, en honor al homenajeado Oswal. El mismo estaba asentado en una reproducción a escala del Monumento a la Bandera, todo en textura de mármol. A excepción claro del que se llevó Oswal, que estaba pintado según los colores originales del superhéroe.

Poco quedaba ya, salvo ir al stand de Renato Guedes y mirar su estatuita. Por cierto, ahora recuerdo que olvidé comprarle un poster de Super Girl. Y bueno, será el Crack Bang Boom que viene.

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