Crack Bang Boom 5: viernes 15


Bueno bueno, pasó el tiempo pero ahora tengo un rato para comentar lo del viernes.

Ese día, por suerte, por mucha suerte, no tuve que trabajar por la mañana, gracias a una gran coincidencia, lo cual me permitió disfrutar mejor del jueves y del viernes. Día un poco más tranquilo, en general, tanto porque ya estaba armado el stand, como porque, como ya veremos, fue más relajado en cuanto a ventas y público.

Contaba, además, con la compañía de mi novia, la cual merece ya un monumento debido a todas las convenciones que se ha bancado para "hacerme el aguante" en el stand de Términus. Así que concurrí con ella bien temprano (para evitar la gran masa de público), le mostré el Galpón 11 (incluyendo la excelente, maravillosa muestra de Carlos Trillo) y recorrimos el CEC, no así el Centro de la Juventud porque no tuvimos tiempo.

Parte de la muestra "De Trillo y tecla".

Parte de la muestra "De Trillo y tecla". En este caso;
algunos originales de guiones y diseños.







De hecho, me hubiera gustado tener más tiempo para recorrer la convención con ella pero aunque el paseo no fue muy rápido, ¡se quedó corto! Una vez de vuelta en el stand, vimos que ya se estaba sumando mucha gente al evento; por algunos lugares transitar era algo lento. En el paseo compramos algunas cosas y confirmé que había precios para todos los gustos, tanto en el Galpón 11 como en el CEC.

Pero ella no sólo había venido a acompañarme en el stand, que ya de por sí es meritorio, sino también a filmar y sacar fotos durante la charla que ese día tendríamos con el resto de los integrantes de la Revista Términus.

El staff completo de Términus, durante la charla que
dimos en el bar del CEC. Un momento hermoso
para todos.
Un rato antes, algunos de los dibujantes habían hecho ya la previa, dibujando en el CEC, en el espacio reservado para invitados. Comenzamos bastante puntualmente, y tengo que decir que fue uno de los puntos más altos de toda la convención. En esos días nos unimos más como grupo, al tener que compartir el escaso espacio del stand, las buenas noticias, las palabras de aliento de los lectores y de otros artistas. Muchas cosas pasaron por dentro, y creo que, terminado el primer día, de presentación, del jueves, la charla del viernes fue el inicio de una nueva etapa, tanto de la revista como dentro de la misma convención.

Todavía estoy juntando pedazos de la Crack; les debo el video, pero salvando el único problema técnico (que fue anticipado por mí y solucionado por mi novia con una segunda cámara), espero en unos días poder presentársela. No puedo decir más que eso: es una de esas cosas que se viven, no se cuentan. Con alegría puedo decir que hubo muchos otros momentos como ese.

El resto de la tarde, antes y después de la charla, se fue conversando con varios lectores (varios de ellos, internacionales, que se llevaron la revista para sus hogares allende los Andes o el Ecuador), así como con algunos colaboradores y amigos historietistas. Es genial ver cómo la convención se internacionaliza, tanto del lado de las ofertas de comics, como de los mismos compradores, que vienen para ver a los invitados internacionales y también a averiguar qué se está publicando en el país.

Con alegría pude ver que, en otros stands de editoriales amigas, como el de Rabdomantes (que arrancaron, también en Rosario, sacando la revista Quimera) o el de Fog of War, las ventas eran buenas, al igual que en los stands compartidos con los chicos de Baires y Mar del Plata.

También tuve tiempo de pasar por el CEC, para saludar a algunos, y ver que había muchos puestos más en funcionamiento. Había ya más movimiento y se los había dispuesto de mejor manera, para que no hubiera tanto espacio vacío en el medio (el jueves sólo faltó la planta rodadora).

La otra mitad de la exposición de la Revista Términus, en el CEC.

El día fue relativamente tranquilo en cuanto a público; fue difícil, creo, ver la diferencia con respecto al jueves, aunque creemos todos que hubo más asistentes, no pasó lo mismo con los compradores. En general, creo que se charló más y se vendió menos. Hubo varias teorías al respecto, pero lo cierto es que fue un día desparejo para algunos, y nadie supo bien por qué.

Hacia el final, acompañé a mi novia hasta su casa (para que vean que soy un caballero) y me creé una anécdota de por vida. Por una serie de acontecimientos casuales y bastante tontos, terminé yendo al lugar equivocado para cenar con el resto de los organizadores e invitados. Así que no sólo llegué supertarde, sino que encima lo hice agitado y algo transpirado (no eran días muy frescos). Afortunadamente no fui el último (odio, odio, detesto y aborrezco llegar tarde), y eso no me quitó la oportunidad de obtener un buen asiento.

Quisieron los hados que justo en la mesa donde estaba una buena parte de los integrantes de la revista hubiera espacio para una silla más, y que así pudiera compartir una hermosa cena con personas como Andrés Valenzuela (a quién apenas conocía), Diego Parés (a quien había visto miles de veces en Leyendas, pero con quien tampoco había tratado) o Federico Dallocchio, excelente dibujante que nos mató a preguntas sobre cómo hacíamos la revista. Una charla que fue, sin duda, otro de los momentos más altos que, para mí, tuvo la convención. Tanto por el reconocimiento, por el saberse que habíamos llegado muy alto, como también por poder conocer y aprender más de todas estas personas que siguen confirmándome que trabajar haciendo comics está super-re-copado.

Y así se fue el viernes. Mierda, cómo me gustaría volver atrás y vivirlo todo de nuevo.

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