The Hobbit: The desolation of Smaug


Hablar sobre la segunda parte de este videojuego film que "adapta" la seminal obra de J. R. R. Tolkien implicaría, si tuviera tiempo, una interesante exégesis tanto en cuanto a lo que aporta el autor original a su universo (del cual esta novela es el primer ladrillo publicado) como a lo que agrega el alguna vez buen director Peter Jackson.

Sin embargo, seré breve, en parte porque no quiero hacer un análisis lleno de spoilers, en parte porque sinceramente no vale la pena gastar tiempo en algo que vale menos que la primera parte, en una obra despareja y por lo tanto, mediocre.

Vayamos por partes, o mejor dicho, por capas. La primera parte hizo, para horror de muchos, algo muy interesante: agregar elementos creados por Tolkien en obras posteriores para "rellenar" los numerosos huecos del libro. Recordemos que el autor creó esta novela como un cuento para sus hijos, no tenía una idea firme sobre lo que buscaba para la Tierra Media y sólo después del enorme éxito que tuvo, comenzó a escribir El Señor de los Anillos. Es sabido que Tolkien quería reescribir El Hobbit para pulirlo y relacionarlo más con los personajes y situaciones de sus obras posteriores, pero debido a su muerte, todo quedó en la nada.

De manera que la intención de Jackson no era mala, y de hecho, en la primera parte parecía haber sido un gran acierto. Los elementos agregados aportaron solidez a una trama que a veces, en la obra original, era demasiado vaga e imprecisa.

Sin embargo, en esta cinta los agregados tomaron vida propia y sumando elementos totalmente innecesarios. Basta ver que la película dura 2 horas con 40 minutos (¡casi lo mismo que la anterior!) para darse cuenta que Jackson se cebó, se pasó de rosca y no sabe realmente qué hacer con un libro que apenas llega a las 300 páginas. Se llega a un punto en donde ya casi no parece una adaptación, sino una obra nueva, "basada libremente" en la original.

¿Qué se agregó bien, qué se agregó mal? En el primer caso, todo lo que relaciona a esta trilogía con la anterior: la relación del Nigromante con Sauron, el efecto que tiene el Único sobre Bilbo, algunos personajes (como el caso de Legolas, que está bien utilizado como enlace), etc. Estos sí suman metraje justificado, y en general, están bien insertados en la cinta.

Lamentablemente, en el segundo apartado tenemos muchas más cosas. En primer lugar, se cayó en la estúpida obligación de Hollywood de poner una historia de amor, forzando tontamente un personaje nuevo, que no está en el libro, que podría haber sido interesante. No caeré en el spoiler, sólo diré que es totalmente innecesaria, y que se podría haber pensado en otra alternativa mucho menos tonta y más creativa.

Este añadido desencadena otros muchos cambios, que al apilarse no hacen más que desbarrancar la película. Decíamos que sobra metraje, y esto sucede porque se adoptó un argumento innecesariamente recargado con situaciones que no sólo no estaban en el libro original sino que Tolkien hubiera detestado (¿elfos torturando orcos?). Escenas que he vivido en pésimas partidas de rol, con personajes planos y forzados, como un Thranduil afeminado, un dragón que no usa su fuego y actúa nada astutamente, persecusiones absurdas, luchas al peor estilo Matrix y lugares totalmente imposibles.

Jackson tiró todo por la borda, exageró demasiado la nota (me viene a la cabeza la la expresión en inglés over-the-top, porque resulta perfecta). Muchas de estas escenas comienzan siendo entretenidas, y algunos de los cambios son necesarios para comprimir la acción para que encaje en una película. Teniendo en cuenta la extensión del viaje de Bilbo, Gandalf y los enanos, podemos perdonar que se resuman varias semanas de viaje por el Bosque Negro en un par de escenas (las cuales, por otra parte, creo que son un acierto, aunque modifican bastante la letra del libro). Sin embargo, muchas de estas situaciones terminan siendo como esos chistes malos de Homero, cuando los Simpsons perdieron su gracia: nos hace reír cuando se golpea una vez, pero a la número 5 ya perdió la gracia y cambias de canal. Están simplemente porque ocupan un espacio que los guionistas simplemente no sabían cómo llenar.

En este sentido, las burdas exageraciones de ciertas escenas de pelea que fueron creadas simplemente para ser utilizadas en el videojuego de la película, son las peores adiciones. Hay dos persecusiones agregadas, a la mitad y al final de la cinta, que son totalmente innecesarias, yendo la segunda directamente contra el espíritu de un personaje muy importante. Si se eliminaran o se redujeran razonablemente, tendríamos una película mucho mejor armada, de algo así como dos horas, que cumpliría mucho mejor su cometido de traducción de la obra de Tolkien.

No me considero un purista. Quiero cerrar con esto. La película no me gustó porque fuera poco fiel al libro; de hecho, la primera no lo fue tampoco, pero me gustó bastante. Me atrajo la idea de Peter Jackson de agrandar la trama original, muy sencilla, y complejizarla con elementos de El Señor de los Anillos.

Esta película no me gustó porque resultó narrativamente muy despareja. Había agregados y cambios muy interesantes, que elevaban su valor, pero los que eran malos fueron los mayores. Había escenas demasiado largas y otras que eran muy interesantes fueron recortadas. En suma, mi crítica va al hecho de que el guión era malo: si había que conceder a Hollywood ciertas cuestiones, como la historia de amor, personajes nuevos para hacer más muñecos y escenas para el videojuego, se podría haber hecho de manera mucho más inteligente y entretenida, sin sobrecargar la película en exceso, rompiéndola en el proceso.

Más adelante, con tiempo, tal vez me dedique a plantear, con spoilers, todo lo que vi mal. Lo cierto es fue la película fue una decepción inesperada, tanto como la anterior cumplió y superó mis expectativas. Lamentablemente la tercera parte ya está manchada por muchas cuestiones narrativas y argumentales que no se pueden solucionar fácilmente, y me preparo para ver otra decepción. Pero eso será el año que viene; mientras tanto seguiré viendo buen cine, esperando que Peter Jackson, al igual que Tim Burton, salgan del Lado Oscuro y vuelvan a la Luz que representa la libertad creativa, sin buscar poner lo que los demás quieren ver, o lo que los estudios le pagan por poner.



Para finalizar, quería dejarles este enlace en donde se comenta uno de los casos del abuso del CGI por parte del director, en escenas y personajes que no lo necesitaban. Comparto muchas de sus impresiones, y me parece algo hipócrita que Jackson se enorgullezca de filmar en escenarios naturales de su querida Nueva Zelanda, cuando en realidad sólo los usa de fondo y utiliza toneladas de CGI para muchísimos escenarios que se podrían haber hecho mucho más creíbles. Es por eso que esta trilogía ha perdido mucho de lo que la anterior le había dado al cine en fastuosidad y épica, al reemplazar elementos reales por otros simulados, cuando no hacía falta.

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