Crack Bang Boom 4, día sábado


El sábado era un día especial, el que más esperaba de los cuatro que comprendían la convención.

La primera razón de esto era el encuentro nacional de editores de comics, que se celebró en el SUM del CEC. Este espacio fue de vital importancia para conocernos entre los responsables de gran parte de la publicación comiquera de Argentina, incluyendo ediciones de pocas decenas o cientos de ejemplares hasta otras de varios miles, así como editoriales de larga trayectoria y otras, como Términus y Dead Pop, que tenían un año o poco menos de existencia. Otra cuestión no menor era el rango geográfico, con muchas editoriales de Buenos Aires y otras del Litoral, de Córdoba, de San Luis, etc. Esto presentó un pequeño inconveniente, como luego veremos, ya que repartía de manera poco pareja las problemáticas y situaciones a discutir.

En este sentido, las tres horas de tiempo parecían muchas pero resultaron algo escasas. Siempre se pierde algo al acomodarse en un lugar no preparado, esperar a algún rezagado, y en este caso había muchos asistentes que venían demorados por un largo viaje ya que asistían exclusivamente para el encuentro y no se encontraban de antes en la convención.

Pero como ya se dijo, el principal desafío fue organizar la cantidad de demandas y problemáticas que cada uno tenían. El tema central fue la distribución. Luego de contar muchas experiencias, debatir y comentar todo tipo de cuestiones, se llegó a la conclusión de que no se podía plantear una respuesta definitiva, válida para todos; no al menos por el momento.

Otro tema que se tuvo en cuenta fue todo lo referente al fomento y a las ayudas gubernamentales a la industria, que muchas veces son desconocidas o complicadas de obtener. Por esto se brindó una serie de sugerencias e informaciones que a veces no le servían a todos los asistentes pero que marcó el nivel de cuestiones que se tienen que tener en cuenta a la hora de tomarse en serio la cuestión de ser editor.

En realidad se habló de mucho; más de lo que recuerdo y más de lo que vale la pena decir aquí. Lo cierto es que, en general, se decidió que muchos problemas no podían ser resueltos en el corto y mediano plazo, y por lo tanto se planteó el armado de algún tipo de articulación y forma de comunicación entre los diferentes editores, para plantear soluciones desde la diversidad y la unión (siempre que el tamaño de los actores fuera coherente). El principal problema del sector es el desconocimiento, tanto de subsidios y formas de fomento, como el de lo que hacen los demás, de manera que lo que hace falta es combatirlo con más comunicación e intercambio, tanto virtual como físico, en forma de encuentros y ferias. Por eso, ya solamente sentarse ahí a conocer algunos nombres y caras ya valía la pena.

La puerta de entrada del CEC a media tarde, cuando ya se
hacía difícil transitar por la zona y se había habilitado
una puerta de salida para descongestionar el tránsito.
Ya para el final del encuentro estábamos bastante cansados. Para colmo el fin de semana la convención abría a las 13 horas, así que decidimos irnos rápidamente con un grupo de amigos a "tomar un café", que se transformó en una serie de pizzas y cervezas, porque ya era mediodía :D. Mientras algunos se sacrificaban para abrir el stand.

El sábado representó un gran salto de público. Si bien era lo esperado, nos sorprendió un poco el número de asistentes. Por acompañar a un amigo a recorrer el Centro de la Juventud, pude ver que esto era similar en ambas partes del evento, lo cual me alegró. También se notaba en varios expositores los buenos niveles de ventas, incluso por encima de sus expectativas más positivas.

Hay que decir que algo que ayudó a esto fue que muchos expositores se molestaron en cambiar constantemente lo que mostraban. La Escuela de Dibujo de Carlos Barocelli, por ejemplo, había puesto el jueves a dibujar a Mauro Mussi (colaborador de Términus y amigo personal) con su tableta digital, mientras que otro día planteó la participación de Elías Navarro, talentoso realizador 3D de Rosario. Cientos de personas se acercaron a este espacio para ver en acción a estos monstruos y hacer consultas. Mientras tanto, Ediciones Pictus iba rotando a su equipo de creadores para que firmaran autógrafos, mientras que en el stand de Sandro Alzugaray se trabajaba escultura en vivo y siempre había algo nuevo para ver.

Ayudaba, obviamente, que era otro día de clima bueno y el hecho de ser fin de semana, además que en ese momento comenzaron a sumarse las personas que hacían cosplay de todo tipo. Esta actividad tan vistosa atrae mucho público de todas las edades, y florecía particularmente en el Centro de la Juventud, de manos de los aficionados de Star Wars, que se superan cada año recuperando personajes cada vez más "desconocidos" (en este caso, un guardia gamorreano y Salacius B. Crumb, la mascota de Jabba en The Return of the Jedi).

Así, entre stormtroopers y jedis de todo tipo uno podía pasar una tarde hermosa, aunque no fuera aficionado de los comics, viendo todo tipo de cosas "locas" y comprando los carísimos juguetes de las películas de animación más novedosas.

Pero yo no había ido ahí para comprar figuras de acción (bueno, compré una, ¿sí? y no me arrepiento). Otra de las razones para tener tanta expectativa era star en la presentación de Etchenicke, novela gráfica basada en dos novelas de Juan Sasturain, guionada por Rodolfo Santullo y dibujada por Lisandro Estherren (sí, ese mismo).

Lisandro Estherren firmando otro autógrafo.
Para ese momento ya estaba más acostumbrado.
Decía en otro momento que, aunque no había sido parte del proceso de creación de esta obra, me sentía un poco parte, por algunos momentos en los que Lisandro me había comentado alguna pequeña anécdota. Siendo una obra tan elogiada, y luego de tanto tiempo de trabajo, me sentía muy contento de poder compartir un poco de tanta alegría y tantas "primeras veces" que acompañan a algo como eso. Sobre todo, teniendo en cuenta que este año también estuvo plagado de primeras veces para mí, en lo editorial y en lo creativo.

Obviamente esta media hora de presentación más algunas salidas que hice acompañado o en solitario, a seguir en contacto con amigos, viejos conocidos y editores recientemente conocidos, me restó todo el tiempo en que otros miembros de Términus podían cubrirme en el stand, por lo que el resto del sábado lo dediqué a atender el mismo o quedarme cerca por si se necesitaba algo.

El sábado fue, creo, el día de mayores ventas, y nos sorprendió un poco la recepción de la revista. A veces reponíamos número para que a los pocos minutos ya viniera alguien a comprar más. Sin embargo, estas ventas tenían una pequeña "desventaja": estábamos por agotar el nº 1 de la revista. Íbamos haciendo una cuenta regresiva teniendo en cuenta la cantidad de ejemplares que nos quedaban, hasta que finalmente sólo quedó un puñado, y luego sólo el de muestra. Como dato curioso, mencionar que el último se lo llevó Damián Connelly, editor de Dead Pop, cuando pasó a charlar por nuestro stand y hacerse con algunos números de la revista.

Con eso ya cumplido, continuamos reponiendo revistas un tiempo más. Ya entraba la noche en la ribera, y las siguientes horas fueron más o menos iguales que las anteriores, con un ritmo de venta y de público que se iba desacelerando. Hasta que nuevamente llegó el momento de cerrar, ahora esperando el mayor desafío: el del domingo.

Por todo lo que comenté, tengo que decir que el sábado fue el día más fructífero de la convención, momento en el que aprendí muchas cosas, conocí o reencontré a muchas personas y pude ver de primera mano muchas cuestiones relacionadas a la repercusión que está tomando Términus. Todo lo cual me llenó tanto de alegría como de orgullo.

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