Crack Bang Boom 4, día domingo


El domingo fue un día complejo, por no decir complicado. A todo el mundo le había dicho que era casi seguro que tendría que faltar. Tenía un compromiso difícil de esquivar, que pensé me ocuparía toda la tarde. Lo lamenté mucho, sobre todo porque está bueno ver el cierre y saludar a los que compartieron tantos días con uno.

El domingo nos regaló un clima hermoso para salir a caminar
y entrar en una convención con toda la familia.
Y sin embargo, el milagro se dio. El domingo tuve que levantarme MUY temprano para comenzar un viaje de varios kilómetros. Había quedado medio muerto de un sábado agotador, pero por lo menos eso me permitía disfrutar de la mitad de la jornada del domingo. A eso de las 18 horas me descolgué de otro colectivo, de nuevo en Rosario, y me dirigí raudamente al CEC.

Decir que el domingo había mucha gente en la zona del Río Paraná sería mentir a la verdad. Había MUCHA, MUCHISIMA gente. Toneladas, miles. El tránsito era un caos en la bajada del Parque España, donde confluyen Avenida Belgrano, Catamarca y San Martín. Nadie podía avanzar y hubo un caso en donde un automovilista casi atropelló a un hombre que estaba cruzando por la senda peatonal mientras el semáforo habilitaba al peatón (la que casi se armó...).

¿Escucharon cuando fije que había MUCHA gente?
La cola de entrada, confundida con las hordas de
espectadores del desfile de cosplay.
Había que tener mucha paciencia para recorrer esos metros de marea humana, pero lo peor estaba por llegar. Al rodear el Centro de la Juventud pude ver que el escenario montado para el Concurso de Cosplay era un hervidero de gente. Sí, más o menos como cuando alguien pisa un hormiguero, pero con personas. Un error de la organización complicada más la cuestión: la plataforma sobre la que se asientan los galpones, que sirven de acceso, se llenó tanto de personas que era casi imposible pasar hacia el lado de las boleterías y la entrada. Había que abrirse pasos literalmente a codazos y pisotones, sin misericordia.

A esa hora sólo pensaba en mi hermano, que desistió de pasar a saludarme el día anterior a causa de la cantidad de personas que hacían cola para entrar. El domingo, al ver que la cola para entrar llegaba hasta la boletería, y que había otra cola más para comprar entrada, me lo tomé con calma: me senté, comí algo y esperé a que hubiera menos personas en ambas colas.

Cuando fue así, a los pocos minutos, vi que la organización se había adaptado muy bien al enorme tráfico: había personal extra para hacer frente a la demanda, y pude entrar en pocos minutos.

Adentro, como ya suponía, había otro universo de personas. No se equivocó alguien que hizo la comparación: había un galpón lleno de personas en el CEC, otro en el Centro de la Juventud, y otro más afuera, en el concurso, de suerte que el público de la convención, incluso sumando a los que no pagaban, era increíblemente grande. En los días posteriores se dio la cifra de 15.000 personas durante los cuatro días, es decir, se superaron ampliamente los 12.000 del año pasado. Ni qué decir que gran parte de la diferencia debe haberse dado el domingo.

En el stand no hubo demasiadas novedades. De hecho, no las hubo en ninguna parte. La tremenda cantidad de personas dentro del edificio dificultaba un poco la movilidad y la audición. Se vendió muy bien, sobre todo teniendo en cuenta que habíamos agotado el nº1 que es lo que más enganchaba.

Lo cierto es que la marea humana fue desapareciendo, y minutos antes del cierre oficial ya todos los expositores estaban levantando campamento. Fue así que pude presenciar toda la ceremonia de despedida.

En los momentos libres pude ir despidiéndome de la mayoría de las personas que había conocido o encontrado en la convención, por lo que al final, totalmente demolido, me fui con Maxi y Bruno por las calles rosarinas, en las que nos dispersamos para irse cada uno a sus respectivas casas.

Un final tranquilo para un evento tan repleto de experiencias que es imposible anotarlas, recordarlas y comentarlas a todas. Sin embargo, intentaré un resumen como el de todos los años, con cuestiones que aquí no he mencionado por falta de relevancia, tiempo o espacio.

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