Propósito

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Escribo porque sólo cuando lo hago el mundo existe.

Comodidad

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Ser freelance es como ser un Jedi, puedes trabajar en bata.

Eventualmente tenía que pasar

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Hace unos meses me anoté en una seguidilla de concursos de comics, aprovechando que los dibujantes con los que suelo trabajar estaban libres y los requisitos eran bastante accesibles.

Si bien no nos fue bien con Juan Fioramonti en el concurso de la Revista Fierro (ya comentado aquí), la experiencia dice que si uno golpea, golpea y golpea, los nudillos pueden doler, pero uno se acostumbra y finalmente las puertas se abren (o se rompen, lo que convenga más).

Fue así el caso, entonces, con el siguiente concurso (de hecho el segundo concurso de comic en el que participo). Fernando Kern y yo trabajamos en una historia de dos páginas que ganó una mención en el Concurso Nacional de Historietas "Roberto Fontanarrosa" 2010, organizado por la Municipalidad de Rosario.

Más allá de ver el nombre de uno en la portada de un libro (que pronto sale de la Imprenta Municipal), está la alegría de todo el aprendizaje, de todo el trabajo previo, de todos los guiones malos que por suerte nadie perdió tiempo dibujando, y de todos los que pudieron rescatar al cambiarlos a último momento.

Y además está el compartir un premio con un amigo y colega, y encima, el saber que el premio mayor se lo llevó otro amigo y colega de la ADL, de quien tengo sobradas pruebas de su labor a favor del comic y la ilustración (además de su locura galopante).

¿Qué más puedo decir? ¿Que todavía no caigo? Sin ser agrandado, se me ocurre que era algo que tarde o temprano iba a pasar, de una manera u otra. Teniendo en cuenta que escribo desde los 8 y nunca dejé de garabatear, era simplemente cuestión de probabilidades.

Solamente me queda esperar la presentación del libro que reúne todos los trabajos ganadores, el poder llevarme mi ejemplar y tal vez algunos más para regalar. Ni qué decir que será un momento inolvidable, que ya vivé en el 2008, cuando no participé pero ganó otro conocido mío. El poder estar "del otro lado" será, sin embargo, algo completamente nuevo.

Es un primer paso, enorme e importante, pero sólo el primero. Muchas cosas se construyen para los dos años que vienen. Y algo, eventualmente, saldrá también de ellos.

Ahora sólo falta saber cómo terminará el año. Con el fin de diciembre cierra el plazo de entrega para el concurso de Comic.ar. ¿Quién sabe qué podrá pasar?

Un poco de nada

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Me encuentro ansioso, aburrido, queriendo hacer mil cosas y a la vez sin ganas de escribir, releer o reescribir.

En una etapa de transición, digamos.

Me tomo descanso de la escritura, vuelvo a casa y leo comics, veo tele, hago cualquier otra cosa como llamar amigos que hace rato no veo y planear cosas en el aire.

En fin, un cambio de ritmo que implica no tener ritmo. Ni horarios, ni cosas fijas. Cancelaciones de eventos, cosas a las que falto, lugares a los que no voy, cosas que se posponen.

Nada más. Tenía ganas de escribir acá. Para eso está, un poco, este lugar.

Seriedad

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Hace un tiempo envié un comic al concurso de la Revista Fierro, ilustrado por mi amigo Juan Fioramonti.

El hecho de que dicho comic no haya pasado de la primera ronda de preselección podría, en un sentido, desacreditar las siguientes frases. Podrían algunos pensar que las digo por despecho, por no haber sido elegido. Pero créanme: después de escribir cuatro novelas y dos cuentos exclusivamente para concursos (y no ganar ninguno), no voy a rasgarme las vestiduras por dos páginas de guión.

Aplaudo enormemente la iniciativa de la revista, con la cual, considero, sale de ese aislamiento típico del "arte por el arte", que alejó a su (nueva) primera etapa del público, con su onanismo de imágenes sin secuencia, sin historia, sin ton ni son.

Sin embargo, con una pequeña experiencia en concursos de novela, cuentos y comics a nivel internacional (experiencia de enviar cosas, nada más), tengo que pedir un poco más de seriedad.

Las bases eran realmente básicas (apenas llenaban una página con grandes letras y márgenes generosos); igualmente eran un poco confusas. No quedaba claro si usaba el sistema de plica o no; había partes del texto que lo indicaban de costado, pero no se lo mencionaba directamente. Por otra parte, cuando quise consultar, vi que no había mail de consulta (de hecho, se prohibía cualquier contacto de los participantes con los organizadores). Algo que en todo concurso debe existir, ya que cualquier base puede tener algo que dé lugar a dudas. En varias oportunidades hice uso de estos mails y me quedé con una sensación de seguridad al ver que me respondían y yo podía enviar mi obra cumpliendo estrictamente con lo requerido.

Debido a esto envié mi trabajo (y el de Juan) con ciertas dudas sobre si sería tomado en cuenta o no, ya que tuve que adivinar. Calculo que si no fui seleccionado, no fue debido a un tecnicismo, pero no puedo estar seguro de ello.

Por si fuera poco, al día siguiente de enviado el comic, me entero por una amiga (cuya obra había sido preseleccionada) que... exacto! Había una preselección, la cual NO se mencionaba en las bases. Cierto es que uno puede SUPONER esa instancia ya que es muy usada, pero las reglas de un concurso no son para suponer. En todos los concursos en los que he participado, se dejaba constancia explícita de si todas las obras serían leídas por el jurado (me ha pasado incluso en concursos de novelas) o si habría una preselección.

¿Qué sucedió? La Fierro se subestimó muchísimo, al pensar que no los leía nadie, y que por lo tanto poca gente participaría. O tal vez, en un típico gesto de mirarse el ombligo como hacen muchos porteños, no pensaron que en el Interior iba a haber tanta gente con ganas de concursar. Como resultado, no calcularon una avalancha de trabajos (más de 250 recibidos el día antes del cierre), y se vieron obligados a agregar una instancia intermedia sin previo aviso.

Este cambio compulsivo de las reglas, aunque entendible por las circunstancias, es bastante poco feliz, y habla de una seria desprolijidad de la organización, que no previó que una revista de este calibre pudiera tener semejante convocatoria. Hubiera sido mucho mejor dejar abierta la puerta a una preselección condicional (por ejemplo, si se superaban los 100 trabajos concursantes), o, como sucede en muchos otros concursos, poner una cláusula que autoriza el cambio, sin previo aviso, de dichas bases. Cosa que no estaba presente.

Como dice el título, pido más seriedad. Ciertamente muchos autores no se habrán percatado de esto, porque será su primer concurso (de comics o de todo tipo en general). Pero si queremos que el comic comience a ser visto como algo serio, hay que empezar desde las bases (pun intended).

En fin, dejé esto descansar un poco; suspiré al ver que no había sido seleccionado, y seguí escribiendo. No podía haber imaginado que algo peor estaba sucediendo.

Días más tarde, al ir a la casa de Fernando Kern y ver que él también había sido preseleccionado, me comenta que se armó un escándalo enorme en el blog de la revista. Le comenté todo lo anterior, y lo mal armadas que estaban las bases, según mi opinión. Pero el escándalo que él había presenciado era de otro tipo.

Si a los organizadores del evento les había faltado seriedad a la hora de armar las bases (algo tolerable teniendo en cuenta que no organizan concursos frecuentemente), a muchos de los concursantes les había faltado salir del jardín de infantes una cuota mínima de madurez profesional y artística. La cantidad de lloriqueos y protestas mal planteadas es enorme; también el nivel de histeriqueo y queja sobre queja. Personas que enviaron (a veces a sabiendas) trabajos que no cumplían requisitos básicos; personas que exigían que se les explicara por qué no habían sido preseleccionadas (y asumían explícitamente que el jurado los hubiera premiado de otra manera); personas que acusaban a otras de ser amigas de los organizadores y de haber plagiado una idea basándose solamente en un título similar, personas que se quejaban porque el concurso cerraba un sábado a la medianoche...

Una frase lo resume todo: "menos llanto y más tablero". Al final empecé escribiendo esto un poco disgustado con la cuestión de las bases del concurso, pero ahora veo que los improvisados son muchos de los concursantes, que no llegarán a ser buenos dibujantes hasta que mejoren sus actitudes. Dibujar dibuja cualquiera, pero dibujante no es cualquiera.

Crack Bang Boom: Ahora para escuchar

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Para los que no lo hayan descargado todavía, y a lo mejor ni se han percatado de su existencia, les dejo, como broche de oro, un link de descarga para el podcast de Comiqueando acerca del mentado evento. Resulta de particular interés ya que la mitad del mismo está dedicado a Crack Bang Boom, y la otra mitad a una buena parte de la historia de las convenciones de comics argentins, incluyendo los 10 años de Leyendas, que también se realizaron en Rosario.

Crack Bang Boom: Una experiencia vertiginosa

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Uno de los puntos fuertes para la asistencia a Crack Bang Boom era la presentación de carpetas para que uno de los editores de Vertigo, Will Dennis, seleccionara nuevos talentos para sus trabajos.

Lisandro y Juan se apresuraron a llegar bien temprano para poder ser de los primeros el jueves (se anticipaba una carnicería en la cola), y no se equivocaron. Como ya conté, fueron unas 50 personas las que dejaron carpetas ese día (de hecho yo dejé la de dos amigos, así que hay que tenerlo en cuenta porque creo que no vi a 50 personas). Nada de carnicería: todo fue camaradería.

El día de la entrega de los resultados, muchos se fueron decepcionados, y más de uno pensó que su trabajo no era bueno. En realidad, después fuimos viendo que la cuestión era otra. Muchos tenían temáticas que Dennis no estaba buscando, o estaban más enfocados a la ilustración que al comic y la narración secuencial. Asimismo, muchos tenían una presentación que no era la adecuada. Tanto Lisandro como Kiro, mis amigos que fueron seleccionados, mostraron trabajos terminados y en proceso (tintas y lápices).

La lección entonces es tener a mano trabajos empezados para mostrar cómo uno trabaja. Después de todo, en el mercado estadounidense se contratan artistas para que hagan una parte del proceso: lápices, tinta y color. Es tarea del editor elegir a los mejores en cada campo, y por eso es tan importante tener trabajo "no terminados" para que ellos vean en qué se destaca el de uno.


Cara de alegría y cara de no-alegría,
versión Lisandro y Juan



Calculábamos más adelante a cuanta gente elegirían en total, porque si habían quedado 7 de unos 50 en la primera vuelta, y se suponía que en los siguientes dos turnos iban a presentarse la misma cantidad de carpetas, eran muchos. Se comenzaba a pensar "a mí me dejan de lado en la segunda vuelta". Pero en realidad nadie sabe cómo son estos procesos, y de hecho Dennis dejó expresado en varias entrevistas que la selección de material es algo intuitivo, instintivo, que depende del momento y de muchos otros factores. No hay una receta para ser elegido, aunque haya factores que puedan inclinar la balanza.

En fin, luego, gracias a los contactos que tenemos dentro de la organización, incluso gente que conoce personalmente a Dennis, Azzarello y Lee, nos enteramos de ciertas cosas que nos alegraron el corazón, aunque no hubiéramos sido elegidos.

En primer lugar, Will Dennis iba a dar solamente dos turnos para ver carpetas, pero la organización logró convencerlo para que en cambio pusiera tres turnos. Esto fue así porque se dieron cuenta de que había una tremenda cantidad de gente que quería mostrar su trabajo, y muchos no iban a poder venir más que un día de los cuatro que duraba el evento.

En segundo lugar, que Dennis tenía pensado seleccionar a un total de 9 dibujantes durante todo el evento, y que en cambio eligió a una cifra no confirmada de entre 20 y 30. Esto se debió sin duda al alto nivel que encontró en los dibujantes argentinos, que incluían gente de Córdoba, Buenos Aires, Mar del Plata, Rosario y otras partes del Litoral.

En tercer lugar, que Dennis tenía pensado realizar una pre-selección que dejaría en manos de personas de la organización. Lo cual es algo común y normal en muchos concursos y eventos de este tipo. Sin embargo, fuentes confiables nos comentaron que, al ver la segunda o tercer carpeta del primer turno, el editor de Vertigo quedó tan conforme que decidió ver TODAS las carpetas que le fueran presentadas (yo calculo que deben haber sido entre 150 y 200, pero es una estimación personal; en un blog una persona de la organización comentó que, en una sola noche, se vio unas 80 carpetas).

Sin duda esto nos llenó de orgullo como dibujantes y como argentinos, al confirmar lo que todos pudimos ver en este evento: hay un nivel impresionante, aunque lamentablemente el mercado sea muy pequeño para todos. Por otra parte, las experiencias acumuladas, los contactos y todo lo aprendido nos servirán a todos en los años por venir, a la hora de enfrentar a un editor de comics.

Crack Bang Boom: una de tantas anécdotas

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En esos cuatro días de sana locura, muchas cosas salieron bien, algunas salieron mal, y muchas fueron graciosas o curiosas. He aquí algunas que quedaran para siempre grabadas en mi mente:

  • Como ya comenté, el jueves, en la primera charla del día, le dejé una carpeta con guiones a Trillo, para que la revisara cuando tuviera tiempo y me diera su sincera opinión profesional. Me sentí un poco pelotudo, pero no fue nada. Lo gracioso fue cuando, dos o tres días después (no recuerdo si el sábado o el domingo), al salir del CEC, Trillo saludó hacia donde yo estaba. Me frené un poco y no supe qué hacer. Busqué sutilmente a otras personas cerca, que pudieran ser el blanco del saludo, pero no encontré a nadie. Trillo saludó de nuevo, así que le respondí el saludo. Ahí sí me sentí pelotudo.
  • El jueves, durante la apertura de la muestra en los túneles del Centro Cultural Parque de España, Eduardo Risso agradeció el aporte de Horacio Altuna, que había cedido sus originales para que se expusieran en ese espacio. Entonces lo saludó a la distancia, señalando a un claro entre la tupida multitud... ¡Altuna estaba medio metro a un costado mío!
  • El viernes llevé una revista Nueva Aventura que incluía la primera historia de Savarese, para que la firmara Mandrafina. Después de que firmó algunos autógrafos, yo me quedé parado a un costado, con una carpeta y la revista a la altura del pecho, como quince minutos, escuchando la conversación que tenía con algunos aficionados y agregando algunas impresiones mías cada tanto. Hasta que Mandrafina me miró y me dijo: "vos estás esperando que te firme eso, ¿no?". Lo firmó, y después me quedé como quince minutos más charlando de Columba.
  • También el viernes, en la charla de Jim Lee, uno de los oyentes hizo una pregunta realmente extraña. Le preguntó al editor de DC "¿cuándo Batman va a tener un hijo?"... y la respuesta fue obvia: "ya lo tiene, es el nuevo Robin!!!" Lee la respondió como al paso, sin dejar tiempo a que el chico comprendiera lo que había pasado, pensando seguramente que era alguien muy desactualizado. Al final de la charla, el chico insistía en que había dicho Superman, y no Batman... Cosas de la mente.
  • La charla de Jim Lee estuvo plagada de pequeñas anécdotas, pero la traducción instantánea de Andrés Accorsi fue una de las más comentadas. En general, la traducción fue muy buena, pero un par de errores bastante notables (por lo tontos que eran) hizo que más de uno pusiera el grito en el cielo. Lo curioso también es que la traducción al castellano era un poco inútil: la cantidad de gente que se reía al instante de los chistes de Lee indicaban que al menos un 90% de la sala comprendía inglés perfectamente.
  • En la charla que compartieron Jim Lee y Will Dennis, al editor de Vertigo le hicieron una de las preguntas de rigor: si leía comics de otras partes del mundo y si estaba al tanto de la histerieta argentina. Sin caer en el "son lo mejor del mundo" típico de chistes sobre muchas bandas de rock, Dennis comentó que sabía que muchos buenos artistas que trabajaban en el extranjero eran argentinos. Pero también admitió que no estaba muy al tanto de los comics europeos, orientales o argentinos, esto debido en gran medida a que en EEUU es muy difícil conseguir comics editados en otros países. Asimismo comentó que como editor se sentía inclinado, cada vez que salía del país, a mirar diferentes ediciones y a comprar cosas que le resultaran interesantes. Como nota humorística, comentó que Carlos Trillo no debía dormir, ya que había visto una enorme cantidad de comics de este guionista y se preguntaba cómo podía ser tan prolífico. La anécdota final: yo mismo vi a Dennis comprar un tomo de las Sexy Stories de Solano López en el stand de Deux Studio. A la pelota!!
  • Los dos colectivos que nos dejaban cerca del CEC tienen parada en Sarmiento, así que durante los cuatro días días del evento, los tres mosqueteros nos bajábamos ahí y caminábamos hasta la Costanera. Por lo tanto, siempre pasábamos frente al Bar El Cairo, famoso por ser el hogar de la Mesa de los Galanes encabezada por Roberto Fontanarrosa... y también elegida por Risso y compañía para llevar a los invitados internacionales a comer. De las ocho veces que pasamos por esa esquina, al menos seis veces nos encontramos con Risso y uno o más de estos invitados. Con Lisandro y Juan hacíamos bromas sobre que pensarían que los estábamos acosando... la última vez no pude menos que murmurarle a Risso: "viste que chica que es esta ciudad" (o algo por el estilo).
  • Una anécdota muy rara me dejó reflexionar sobre lo mal que está la cultura en el país, o al menos parte de ella. En uno de los viajes de ida al CEC, subió al colectivo un conocido vendedor ambulante. Durante años lo vi vender revistas y pequeños libros de saldo, con temáticas muy variadas: crucigramas y acertijos, manualidades, cultura general, fascículos de enciclopedias, autoayuda, etc. etc. etc. Ahora el tipo vendía... películas piratas. Tal vez lo peor es que todas eran argentinas e hizo varios comentarios sobre la industria del cine nacional, como si realmente la estuviéramos ayudando al comprar copias pirata. Antes al menos vendía algo para leer, y legal.

Crack Bang Boom (y IV): Domingo

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El último día. Pero no estábamos tristes, no señor. Todo lo que habíamos visto, escuchado y experimentado nos había dado suficientes recuerdos como para varios años. Ni hablar de las ganas con las que cada uno estaba regresando a sus proyectos.

Dediqué parte de la primera parte en vagar entre el Galpón 11 y el CEC, verificando la escasa concurrencia al primero. Una de las cuestiones que tiñó la asistencia del sábado y domingo (particularmente en este último caso) fue que el público recién comenzó a llegar en grandes números hacia las 17 horas. De manera que por un tiempo, parecía que el evento se había desinflado, al no haber explotado (como preveíamos) los locales.

Sin embargo, haciendo números, uno comprende por qué no fue así. En primer lugar, se trató de un evento que se extendió por cuatro días. Muchos rosarinos vinieron los días de semana, atraídos por la presencia de Jim Lee y otros artistas, y es posible que luego de conseguir su autógrafo, foto o dibujo, no regresaran. O simplemente no lo hicieran por problemas de agenda. Obviamente, muchos turistas y visitantes (con o sin carpetas para Will Dennis) no podían quedarse los cuatro días. Finalmente, el hecho de que hubiera tres sedes, y que la ciudad fuera muy linda, contribuyó a que el número final pareciera menor: en realidad estábamos desparramados por muchos metros cuadrados.

Volviendo al domingo, tuvimos un día más bien fresco, nublado y ventoso. No había casi nadie en la costanera, y las lindas chicas en patines ni pintaron, pero eso no quitó que estuviera bueno caminar, porque ahí siempre hay algo que ver.


¡¡¡Hasta el Odfjell Seachem estuvo en Crack Bang Boom!!!
El domingo, la habitual imagen de los veleros y gente
haciendo surf, de los yates y las piragüas fue
reemplazado por el habitual tránsito de buques
comerciales que llevan uno-no-sabe-qué.
Una postal de Rosario que no es común
en el resto del país
.


El plato fuerte de ese día, en el que nuevamente falté a varias charlas (y algunas no se hicieron) fue sin duda mi nueva cita con Carlos Trillo, a las 15.30hs. En esta oportunidad, en el Auditorio Príncipe de Asturias, en donde se desarrolló una charla más que interesante por su propuesta: reunir al genial guionista con cuatro de los dibujantes con los que trabajó. Así, en una mesa teníamos a Juan Bobillo (con quien hizo Sick Bird, ¡tengo que comprarla!), Gustavo Sala (con quien hizo Torni Yo, para los más peques), Juan Sáenz Valiente (con quien realizó Sarna) y Lucas Varela (con quien realizó El síndrome Guastavino, otro must have).


El quinteto de la muerte.
Bueno, no se me ocurrió nada mejor.


Cualquiera que conozca mínimamente a estos artistas podrá imaginar que la mesa fue un desquicio delicioso, en el que las anécdotas reales se mezclaban con las apócrifas, los chistes con las cosas serias, etc. Nuevamente moderada por Accorsi, el evento estuvo regado de risas y comentarios jocosos. Particularmente graciosas fueron las veces en las que los dibujantes, aliándose "en contra" de Trillo, le sacaban mano por su forma de trabajar los guiones o imponer un ritmo de producción.



El público en el Auditorio Príncipe de Asturias,
escuchando atentamente a los artistas.


Pero si las conversaciones mantenidas frente al público fueron divertidas, el broche de oro sin lugar a dudas se lo llevó la parte histriónica. En un momento determinado, uno de los dibujantes (no recuerdo si Sáenz Valiente o Juan Bobillo) se acomodó en la silla y por una cuestión fortuita, se cayó de la misma, sin sufrir ningún daño. En complicidad con el gracioso episodio, el resto de los dibujantes comenzó a dejarse caer, como si se tratara de una película de Chaplín, avisándole al público mediante algún comentario gracioso de lo que iba a hacer. De manera que lo que era, supuestamente, una "simple charla" (ninguna en Crack Bang Boom lo fue), se convirtió, casi, en un espectáculo humorístico sobre cómo se hacen comics.

Concluida la charla-show, regresé al CEC. La visita de Solano López fue cancelada tan cerca del evento que, como sucedió con la de Humberto Ramos, estaba anotada en los folletos. Esto me liberó, nuevamente, de tener que decidir: no tuve que perderme la charla de café en la que Horacio Altuna conversó con Eduardo Risso.


El café del CEC, donde se realizaban las charlas.
Esta fue muy concurrida.

En este caso, tal vez por la presencia simultánea del más conocido y principal impulsor del evento, y de una figura mítica de la historieta argentina que pocas veces podemos ver (vive en España), el público no sólo fue mucho, sino que preguntó bastante. Risso comentó sobre cómo se inició en la lectura de comics, y Altuna, tanto por preguntas como por iniciativa propia, habló largo y tendido sobre cómo es trabajar en España. Fue un momento muy interesante y emotivo, porque mientras Risso hablaba de cómo se había ido formando un buen grupo de artistas de comics rosarinos, Altuna comentaba sobre cómo era regresar a Argentina y tener a gente de diversas generaciones pidiéndole autógrafos, siendo que mucha de su obra había salido a la luz muchos años atrás. Todo lo cual nos mostró nuevamente que, aunque la época dorada del comic argentino haya pasado, hay una parte de nuestra cultura que ya no puede morir ni ser extirpada, y que de una u otra manera las viñetas van a vivir en un estrato de nuestros genes culturales por mucho tiempo.

Hacia el final de la charla, Risso aprovechó para hablar del evento, de los objetivos planteados y cumplidos, y de muchas cosas relacionadas, como la gran posibilidad de que el evento se repitiera el año siguiente. Todo lo cual cebó enormemente a la concurrencia.

Si bien todas las charlas de café fueron interesantes, esta tuvo la particularidad de ser muy emotiva y de tener un ida y vuelta con la gente muy particular, como ya dije, a causa de la presencia de Horacio Altuna, que no reside en Argentina y que sin embargo generó mucho interés. Me contaron que uno de los días se quedó casi dos horas firmando autógrafos.

Terminada la charla, y viendo que ya quedaba poco tiempo, me apresuré a dejar las carpetas con trabajos míos en colaboración con Fernando Kern, Juan Fioramonti y Sebastián Zalazar. Había quemado pestañas y valiosas horas para organizarlas, imprimirlas, fotocopiarlas y todo lo demás. Tengo que decir que, tal como era de esperarse, todos los que me recibieron se comportaron de buena manera, e incluso me aseguraron en varias ocasiones que los trabajos serían tenidos en cuenta. Si no es así, es otro tema: lo cierto es que en eso también se diferenció CBB. Porque las editoriales que tenían stand en el evento sabían que allí estaba Dennis, y que parte de los objetivos de la convención era justamente ese: dar un espacio a los muchos jóvenes talentos que no tienen donde mostrar lo suyo.

Una vez hecho esto, con un asunto menos sobre mis hombros, me dediqué una vez más a mirar, hacer las últimas compras y sobre todo charlar con mis amigos y compañeros de la ADL.


La foto menos movida del stand de la ADL,
en donde pasé buena parte del sábado y domingo.

Sintiendo cómo aquello se escurría por los dedos, pero de ninguna manera triste o nostálgico por adelantado, me concentré en no perder nada y no olvidar nada de lo que tenía que hacer (algo se perdió, claro, como siempre).

Y así llegamos al final. La organización, haciendo gala una vez más de una gran capacidad de profesionalismo y buena improvisación, cambió de planes sobre la marcha. Inicialmente, el cierre se iba a realizar en el Auditorio Príncipe de Asturias, lugar ordenado, con sillas para mucha gente, y toda la comodidad y solemnidad. Se suponía que diversos artistas rosarinos participantes del evento presentarían sus proyectos actuales y futuros. Sin embargo, teniendo en cuenta que la gran parte del público estaba en el CEC, y que la buena energía que rondaba el ambiente se podía desarmar, Risso (ya desde la charla con Altuna) anunció que el cierre se haría en el CEC. El escenario en donde los artistas firmaban libros y dibujaban para el público fue el centro de esta celebración final.

Mientras se avisaba y se recontraavisaba del cambio de planes, la gente y los artistas comenzaron a llenar sus respectivos espacios. Risso, para adelantar tiempo, comenzó a hablar con un puñado de ellos, mientras más y más invitados se subían a la tarima.


Risso comienza el cierre, con Will Dennis en el centro.
A su derecha tenemos a Francisco Paronzini,
Marcelo Frusín, Horacio Altuna y Andrés Accorsi
(en el extremo, otro de los organizadores);
a su izquierda a los dibujantes brasileros.
Luego se sumarían Carlos Barocelli y Esteban Tolj,
en un papel similar al de Risso:
artistas y co-organizadores.
Jim Lee se había ido el sábado, y Brian
Azzarello
se fue poco antes del cierre,
por su cuenta.



Los obvios agradecimientos no dejaron opacar la otra parte: los objetivos y los planes futuros. Risso estaba lleno de orgullo, pero de hecho todos lo estábamos. Habíamos demostrado, cada uno con nuestro granito de arena, que aquella locura era posible. Que se podía hacer la mayor convención de comics en una década (tal vez más), sin cobrar fortunas, sin dejar gente afuera ni armar colas kilométricas bajo el rayo del sol, sin cagar a nadie, y dejando contentos a todos.

Hablar de todo lo que se habló en ese momento, como hablar de todo lo que sucedió en la convención, resulta difícil. Es una pálida sombra; recuerdos que se han hecho carne y no se pueden extirpar para mostrárselos a los demás. Lo cierto es que, si en Dibujantes 2009 fue completamente alucinante y loco ver a más de una docena de los mejores dibujantes y guionistas nacionales reunidos en una mesa, esto fue algo similar. Teníamos allí a lo mejor de lo nuestro y a lo mejor de varios otros países. Todos unidos en pos de lo mismo, y enfrentados a centenares de personas que no paraban de aplaudir ante cada propuesta, cada nuevo dato, cada nuevo desafío a la realidad que nos toca vivir. Soy un hombre optimista, y tengo que decir que las propuestas de Risso coinciden completamente con mi espíritu creador, desafiante, constructivo. Hay que crear más y mejor: con todo lo que se ha hecho en los últimos años, tenemos una base sólida para proyectarnos hacia un futuro mejor.

Con unos humildes pero hermosos regalos para los invitados (unos lapiceros de madera con el logo del evento), se fueron dando los últimos aplausos y gritos. Y luego, como si nada, se bajaron todos de la tarima y la gente comenzó a retirarse.


El público alejándose del escenario de cierre
y dispersándose hacia la puerta.
Como en los tres días anteriores,
incluso después de anunciar el fin de las actividades,
la gente se quedó para charlar, comprar, recorrer, etc. etc.



Y se terminó. Algo apresurados debido a que sus colectivos no tenían horarios muy madrugadores, con Juan y Lisandro nos fuimos hasta la Terminal. Pero había algo más de tiempo, un postre de amistad: una cerveza y una pizza antes de la despedida. ¿Qué más se puede pedir? Nada. El hermoso recuerdo me quedará toda la vida, pase lo que pase, y espero para que pronto se pueda sumar a otros, incluso más alegres.

¿Habrá que esperar mucho? Pues no. Crack Bang Boom 2 se viene a mediados de 2011. Y nos encontrará más unidos y preparados que nunca.