Seriedad


Hace un tiempo envié un comic al concurso de la Revista Fierro, ilustrado por mi amigo Juan Fioramonti.

El hecho de que dicho comic no haya pasado de la primera ronda de preselección podría, en un sentido, desacreditar las siguientes frases. Podrían algunos pensar que las digo por despecho, por no haber sido elegido. Pero créanme: después de escribir cuatro novelas y dos cuentos exclusivamente para concursos (y no ganar ninguno), no voy a rasgarme las vestiduras por dos páginas de guión.

Aplaudo enormemente la iniciativa de la revista, con la cual, considero, sale de ese aislamiento típico del "arte por el arte", que alejó a su (nueva) primera etapa del público, con su onanismo de imágenes sin secuencia, sin historia, sin ton ni son.

Sin embargo, con una pequeña experiencia en concursos de novela, cuentos y comics a nivel internacional (experiencia de enviar cosas, nada más), tengo que pedir un poco más de seriedad.

Las bases eran realmente básicas (apenas llenaban una página con grandes letras y márgenes generosos); igualmente eran un poco confusas. No quedaba claro si usaba el sistema de plica o no; había partes del texto que lo indicaban de costado, pero no se lo mencionaba directamente. Por otra parte, cuando quise consultar, vi que no había mail de consulta (de hecho, se prohibía cualquier contacto de los participantes con los organizadores). Algo que en todo concurso debe existir, ya que cualquier base puede tener algo que dé lugar a dudas. En varias oportunidades hice uso de estos mails y me quedé con una sensación de seguridad al ver que me respondían y yo podía enviar mi obra cumpliendo estrictamente con lo requerido.

Debido a esto envié mi trabajo (y el de Juan) con ciertas dudas sobre si sería tomado en cuenta o no, ya que tuve que adivinar. Calculo que si no fui seleccionado, no fue debido a un tecnicismo, pero no puedo estar seguro de ello.

Por si fuera poco, al día siguiente de enviado el comic, me entero por una amiga (cuya obra había sido preseleccionada) que... exacto! Había una preselección, la cual NO se mencionaba en las bases. Cierto es que uno puede SUPONER esa instancia ya que es muy usada, pero las reglas de un concurso no son para suponer. En todos los concursos en los que he participado, se dejaba constancia explícita de si todas las obras serían leídas por el jurado (me ha pasado incluso en concursos de novelas) o si habría una preselección.

¿Qué sucedió? La Fierro se subestimó muchísimo, al pensar que no los leía nadie, y que por lo tanto poca gente participaría. O tal vez, en un típico gesto de mirarse el ombligo como hacen muchos porteños, no pensaron que en el Interior iba a haber tanta gente con ganas de concursar. Como resultado, no calcularon una avalancha de trabajos (más de 250 recibidos el día antes del cierre), y se vieron obligados a agregar una instancia intermedia sin previo aviso.

Este cambio compulsivo de las reglas, aunque entendible por las circunstancias, es bastante poco feliz, y habla de una seria desprolijidad de la organización, que no previó que una revista de este calibre pudiera tener semejante convocatoria. Hubiera sido mucho mejor dejar abierta la puerta a una preselección condicional (por ejemplo, si se superaban los 100 trabajos concursantes), o, como sucede en muchos otros concursos, poner una cláusula que autoriza el cambio, sin previo aviso, de dichas bases. Cosa que no estaba presente.

Como dice el título, pido más seriedad. Ciertamente muchos autores no se habrán percatado de esto, porque será su primer concurso (de comics o de todo tipo en general). Pero si queremos que el comic comience a ser visto como algo serio, hay que empezar desde las bases (pun intended).

En fin, dejé esto descansar un poco; suspiré al ver que no había sido seleccionado, y seguí escribiendo. No podía haber imaginado que algo peor estaba sucediendo.

Días más tarde, al ir a la casa de Fernando Kern y ver que él también había sido preseleccionado, me comenta que se armó un escándalo enorme en el blog de la revista. Le comenté todo lo anterior, y lo mal armadas que estaban las bases, según mi opinión. Pero el escándalo que él había presenciado era de otro tipo.

Si a los organizadores del evento les había faltado seriedad a la hora de armar las bases (algo tolerable teniendo en cuenta que no organizan concursos frecuentemente), a muchos de los concursantes les había faltado salir del jardín de infantes una cuota mínima de madurez profesional y artística. La cantidad de lloriqueos y protestas mal planteadas es enorme; también el nivel de histeriqueo y queja sobre queja. Personas que enviaron (a veces a sabiendas) trabajos que no cumplían requisitos básicos; personas que exigían que se les explicara por qué no habían sido preseleccionadas (y asumían explícitamente que el jurado los hubiera premiado de otra manera); personas que acusaban a otras de ser amigas de los organizadores y de haber plagiado una idea basándose solamente en un título similar, personas que se quejaban porque el concurso cerraba un sábado a la medianoche...

Una frase lo resume todo: "menos llanto y más tablero". Al final empecé escribiendo esto un poco disgustado con la cuestión de las bases del concurso, pero ahora veo que los improvisados son muchos de los concursantes, que no llegarán a ser buenos dibujantes hasta que mejoren sus actitudes. Dibujar dibuja cualquiera, pero dibujante no es cualquiera.

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