No me banco que...


En la mejor interpretación de la frase "yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos", de una canción de Sumo, tengo que dejar salir estas verdades sobre el acto de ir al cine:
  • sigo sin entender cómo hay gente que prefiere sentarse del medio hacia atrás, e incluso otros que no pueden sentarse adelante. La fila F-G, para mí, es una frontera que no se puede cruzar (dependiendo de la sala). Por lo general termino en la E o D, según el caso. Quiero sumergirme en la película, que la pantalla tape mi visión periférica, y NO quiero ver gente pasando por delante o las luces de las escaleras. Además del deseo de ver cada detalle, me resulta una muestra de respeto hacia los realizadores el no perderme nada.
  • aunque aprecio que tantos cavernícolas coman desaforadamente durante la película (manteniendo así vivos a los cines en materia económica), ODIO ir en horarios populares, que se llenan de gente que confunde el cine con un puesto de comida rápida. Del pochoclo y la gaseosa chica hemos pasado a la pizza, a las hamburguesas y panchos. Pronto venderán asado de tira con achuras y todo, incluyendo ensalada rusa, de tomate y lechuga, vino tinto y medio kilo de helado por persona como postre. Hay que ponerle algún límite, carajo. PD: el día que inventen las palomitas que no hagan ruido, voy a abrazar al inventor o inventora.
  • me enerva la falta total de responsabilidad de los padres que llevan a sus hijos a ver películas que no están recomendadas para ellos. He presenciado a una madre irse de la sala con sus dos hijas pequeñas (las dos llorando). ¿La película? El cadáver de la novia... ¡qué creías que era con ese nombre, una de Disney! He visto cómo unos niños no paraban de preguntar cosas cuando no entendían nada en la mitad de Transformers. Finalmente, he visto cómo Avatar, que era PG-13, se llenaba de familias con niños pequeños e incluso algún bebé. Ciertamente la película no tiene sangre, así como se lee, pero por algo les ponen esa clasificación: NO SON ATP. Lo peor es que en la taquilla ni se menciona el hecho, cuando los padres deberían ser alertados e incluso desalentados por los cajeros (de todas maneras, van a ir a ver la de al lado, es lo mismo).
  • una lamentable verdad de este tiempo es que mucha gente no va a ver una película, sino que va a ver cualquiera. Desde ir a ver la tercera parte de una trilogía y empezar a preguntar "¿quién es ese?" durante la película, hasta llegar media hora tarde, ya he visto mucho. No tengo nada contra esta gente, siempre y cuando se amontonen como ganado en la parte trasera del cine, donde no puedo escucharlos hacer preguntas ni masticar su pizza de palmitos a la piedra, mientras tratan de callar a sus hijos de 3 años que lloran porque los efectos especiales los marean y al protagonista principal se le cae el ojo cada tanto.
Ahí está, tenía que decirlo.

5 comentarios:

G.A.K. dijo...

Yo soy el que hace ruido con la gaseosa y los pochoclos!

Anónimo dijo...

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