El unicornio (Manuel Mujica Lainez, 1965)


Le debo a JMO el préstamo de este hermoso libro, que por diversas razones tardé meses en terminar de leer, incluyendo una larga pausa luego del primer capítulo. Sin embargo, no se trataba de un problema con el libro, sino de tiempo y de organización; solucionado eso, no pude dejar de leerlo.

Y es que el libro en sí te atrapa de una manera extraña. Incluso para mí, acostumbrado a ese tipo de idiomas (cualquiera que haya leído a Borges sabe a qué me refiero), la prosa, la misma elección de las palabras, es gótica, sobrecargada, a veces hasta el punto de creer que la palabra está inventada. Pero no, se hunde en la enorme riqueza del castellano para sacar las perlas más enterradas, tejiendo con ellas un tapiz tan curioso como el período que muestra: la Edad Media.

El Unicornio es la obviamente mágica historia del Hada Melusina, quien por amor decide convertirse en humana. Su madre accede, pero como suele suceder, los tratos con las hadas no son seguros ni para ellas mismas. A partir de entonces, la letra pequeña del trato la perseguirá, convirtiéndose en una leyenda en el mundo de los humanos, pero también en una realidad latente.

Me gustaría contarles más, pero no quiero caer en la burrada de la contratapa de la edición que leí, que spoilea uno de los puntos importantes del libro.

Como su título lo advierte, es un libro mágico. Es un raro mundo en el que lo sagrado y lo mundano se rozan y se entrecruzan sin destruirse, en donde la lujuria, la lascivia y el incesto conviven con los mártires, los santos y los milagros, la ambición con la sublime contemplación, la búsqueda del destino con las tentaciones terrenales. Un mundo en donde lo divino y lo feérico se entremezclan sin que sea contradictorio, en donde las viejas historias de la Caballería se reeditan diariamente, en lo bueno y en lo malo. Una visión de la vida medieval tan sutil y sublime como sobrecargada, llenas de esplendores y miserias, que ningún apasionado de esta época, fantástica y real, debería dejar escapar.

No puedo dejar de recomendarlo, entonces, sin prevenir un poco al lector sobre el tema de la prosa. A mí me ha resultado fantástica, tal vez porque siempre me ha gustado leer y escribir así; otros pueden disentir acerca de la complejidad de las frases y la aridez de las palabras (aunque tampoco exageremos, no requiere un diccionario).

También lo recomiendo porque veo que es de un autor argentino que es relativamente poco conocido, y que solo por este libro creo que merece más crédito. Por lo que he descubierto en Wikipedia, el autor es dado a este tipo de prosa. ¡Oh ignorante! Partiré seguramente a la caza de otras de sus obras, porque si una sola me ha gustado tanto...

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