La realidad intangible


Soy incapaz de mirar algo real sin buscarle todas las capas y sentidos. Me cuesta desconectar mi percepción de varias capas, culturales, psicológicas, tecnológicas, emocionales. Veo todo con varios pares de ojos.

Tal vez es el colmo del cinismo. El ver lo grandioso o lo horrendo de cada cosa al mismo tiempo.

Hace unos días fui al casamiento de un amigo. La multipercepción se activó cuando vi a alguien tomando una foto de la ceremonia religiosa con un celular. De pronto todo lo que estudié en la universidad hizo ignición, y recordé parte de mi tesis (¡cómo quiero revisitarla!) y de cuando fui a ver a Pearl Jam a Ferro, en 2006.

En esa noche tuve una epifanía. Fui apertrechado de cámara de fotos, binoculares y grabador de bolsillo. De pronto, entre el cuidado de llevar la cuenta de los cassettes, de usar bien las pocos fotos que tenía y de ver qué locuras hacía Eddie, me di cuenta de que estaba perdiendo la verdadera experiencia, la de estar allí, por precuparme por el registro tecnológico. Estaba cambiando una experiencia vivencial por una tecnológica, mediatizada: estaba en la platea pero de pronto estaba a kilómetros de distancia, viendo tan poco, disfrutando tan poco...

La grabación fue horrenda, y culpo a los cassettes (que no eran malos, pero no sé qué pasó). Las fotos son pocas y las únicas que valen son las que me tienen a mí con dos amigos que me acompañaron. Tengo el recital bajado, pirata, de la grabación que hizo TN y pasó por la televisión.

Pero no me olvido nunca del resto.

Se desconecta el flashback y vuelvo al casamiento. ¿Para qué buscamos esos recuerdos?, pienso mientras escucho al cura hablar y destramo la tela teológica de siglos: fui educado como católico pero mis padres saben de catecismo y teología, y la evolución de la religión a nivel filosófico, político y social es un tema que siempre hemos tratado, concientes de que no hay una verdadera palabra revelada, sino millones de palabras transmitidas, machacadas, retorcidas y manipuladas, a veces, por infinidad de personas y culturas, de hogueras y concilios.

¿Para qué buscamos recuerdos, en lugar de perder la experiencia primaria, la más cercana? Nunca fui de sacar fotos. En ese momento pienso en eso; horas después una amiga que no veo hace años me recuerda que fue a mi casa, y trata de recordarla. No recuerdo cuándo fue que vino, calculo que para uno de mis cumpleaños de adolescencia, en los cuales invitaba a medio mundo.

Vuelvo a ese momento frente al altar, y a todo lo que viene después. Si veo como necesidad a la fotografía, es como arte, porque eso lo sostengo; pero el arrancar momentos de la realidad para ejercitar la memoria me parece vano, inútil. ¿Para qué tengo el cerebro? Y eso que soy de muy mala memoria, no recuerdo partes de mi infancia y me tienen que presentar a una persona dos veces para saber quién es (a menos que está prestando mucha atención).

Hace unos días vi un episodio de Stargate Atlantis en donde una fiebre extraña los hace delirar y perder sus recuerdos, lo cual ocasiona todo tipo de problemas. Ayer vi Ghost in the Shell: Solid State Society, en donde la problemática del hackeo de cerebros electrónicos sigue siendo un aporte más que interesante a la ciencia ficción. Aunque esta difiere de las dos películas anteriores en que ya no filosofa pesadamente sobre la cuestión de la realidad y lo recordado (que tan mostrosamente se robara Matrix, ese gran predador carroñero), ahora las implicaciones pasan a ser políticas y sociales.

¿Queremos ser recordados? Ya acumulamos demasiadas cosas como para encima cargar hasta la tumba con cientos de fotos. Yo colecciono trozos tridimencionales, como entradas de cine y cosas así. Tal vez hagan una biografía un día y relacionen cada cosa que dije e hice con una película que vi, como hacen en todas las biografías. Acabo de recordar lo que dije más arriba. Bueno, son coincidencias.

Estados alterados de la conciencia: ayer fue el día más largo de mi vida, y hoy tampoco dormí mucho. Cada tanto me quedaba clavado como un robot registrando escenas, sin que mi cerebro procesara nada. Por suerte he aprendido a controlar eso.

Registro y recuerdo, estoy totalmente conciente de que mi realidad se arma en base a memorias dispersas, como la miga de una masa que está sustentada por el aire que inserta el cerebro para que la cosa no colapse. Odio esas barras de "chocolate aireado": te estafan vendiéndote al mismo precio una cosa que es mitad nada, cuando el chocolate normal tiene siempre burbujitas y pedacitos de maní. Me encanta el maní, no sé cuándo lo comí por primera vez, no recuerdo cuando comí por primera vez ninguna de las cosas que me gustan. No recordamos millones de cosas y podemos seguir viviendo, ¿para qué buscar la memoria perfecta? Tampoco existe la percepción perfecta, y no tenemos tiempo de mirar atrás y adelante al mismo tiempo. Ya marea ver las cosas en capas, a través de una cámara mientras saco fotos y miro de reojo, a través de un binocular sostenido en el aire mientras miro el estadio lleno de gente que grita y canta. ¿Para qué quiero fotos de mi boda, si estuve ahí? Los recuerdos en serio son los que están en la cabeza. No soy yo el de la foto, ¡si ni siquiera me puedo señalar! No, recuerdo que todo era diferente.

La gente del futuro no tendrá memoria, si un día se rompen las cámaras y no hay tarjetitas mágicas. Yo estaré hecho cenizas en alguna parte, porque no quiero que tengan que ir a peregrinar para recordar una polaroid que se desvanece. La gente que llegue a conocer en vida se acordará y punto.

2 comentarios:

Mauro dijo...

Muy interesante es to que planteas.

Comparto, de cierta forma, el pensamiento: "el arrancar momentos de la realidad para ejercitar la memoria me parece vano, inútil". Comparto también el punto donde planteas que la fotografía, en términos artísticos, puede presentarse como necesidad.

Pero creo que ese tipo de actos como el que señalás, si bien claramente no es de naturaleza artística, tampoco está motivado principalmente por un ejercicio de la memoria. Creo que responde a la necesidad de revivir (incluso reconstruir) el momento o situación desde lo emocional. Desde ahí ya no importa revivivr o recordar el momento de forma más precisa, sino de evocar un sentimiento específico.

Creo que es algo no muy distinto al hecho de guardar una entrada de cine. Dudo mucho que responda a un acto inútil en tanto y en cuanto no es un accionar que busca su razon de ser desde lo netamente pragmático. Intuyo que busca cosas más profundas (aunque muchas veces inconscientes), necesidades que se nos venden en este mundo tan acelerado y frío como algo inocuas, pero que tienen relevancia. Eventualmente necesitamos alimentarnos de eso.

De la misma forma que el arte, para un tipo puede ser algo sumamente necesario, y al mismo tiempo, desde el pensamiento práctico, desde lo que nos quiere meter en la cabeza este mundo, puede ser inutil o poco productivo. Suena paradójico pero tiene su lógica, despues de todo el mismo ser humano es una contradicción ambulante.

La necesidad de registrar algo. De perpetuar y despojar esa cualidad de efímero que tiene determinado recuerdo, para sentir que podemos reproducirlo cuando queramos, da motivos suficientes como para que pueda considerarse un hecho motivado y complejo. Quizás poco efectivo en muchos casos, pero no inutil. Tendría una utilidad, principalmente, en el plano emocional. Supongo que todos cargamos con eso, aunque de formas variopintas.

El hecho de que un tipo le disparen muchas cosas una simple entrada y que a otro se le disparen con la necesidad de un soporte visual más "completo" tiene que ver con elementos de creatividad y observación. Pasa cuando lees un libro, pasa cuando lees un recuerdo. No todos tienen acceso a una gran crga emocional con el mísmo cúmulo de estímulos. No todos reciben una dosis de contacto con su emociones con los mísmos estímulos.

Los recuerdos son actos de continua reinterpretación y reconstrucción. Sonreimos cuando nos sacan fotos para "recordar" el momento como algo más "feliz".

Registramos las situaciones haciendo recortes considerables, nos quedamos con elementos que nos transporten a ese momento y lugar(con una cámara, una entrada de cine,o una piedra). De cierta forma, no es muy distinto al trabajo del artista. Lo que si, suele ser algo más personal, más egocéntrico (sin connotaciones negativas), más íntimo.

Mauro dijo...
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