Estrellita estrellita


Amanece frío y lluvioso, gris, ventoso. Justo lo que quería, sin haberlo deseado.

Ayer rompí una tradición de años. En realidad, no recuerdo si la rompí el año pasado. Pero lo cierto es que no me subí a la escalera que da a la terraza para mirar el cielo, estrellado o no. No pensé en el año que viene, ni hice proyectos, ni calculé plazos.

Fue más o menos un día normal, con fiesta familiar.

Da la casualidad de que también es el cumpleaños de mi abuelo. 85 diciembres. Así que la reunión estaba asegurada. Pero dio igual. La comida ya no sabe igual, y no había nada diferente.

2008 se suponía que iba a ser EL año. Fue mixto, hay que reconocer. Tuve problemas de diverso tipo, totalmente inesperados, y aprendí a equivocarme hasta la rodilla. Supongo que es bueno cuando uno teme ser tímido y teme estar haciendo las cosas hasta la mitad.

Tampoco fue malo, porque hubo muchas cosas que, mejor o peor, se lograron. Algunas a último tiempo, pero eso es otro tema.

Desde 2005, más o menos, que se supone que será EL año. A lo mejor es cansancio.

Me quedo con una sensación agridulce, de que hice todo lo posible pero podría haber hecho más. Pero en realidad, creo yo, todos esos años confié demasiado en mi suerte, en un destino supuestamente preescrito que en realidad tenía que escribir yo. Decenas de veces me defraudaron promesas de trabajo seguro, de éxito sin esfuerzo. Promesas creíbles, que venían de todas partes. Todo se queda en promesas, en chispas, en intentos. Nada se concreta. La sensación es la de esas bebidas dulces en la boca, pero amargas cuando uno las traga.

Pero lo que sí he aprendido es que no hay éxito espontáneo. Las cosas crecen en la oscuridad, como esa papa que una vez olvidamos en un cajón por tres meses, cuando era boy-scout. Encontramos una planta. 2008 fue un año de siembra, de experiencias, algunas malas. Fue un año de aprender a intentar. Por eso no puedo pensar que 2009 será EL año, pero sí sigo trabajando para que lo sea. Supongo que es lo único que puedo hacer.

1 comentario:

Damián dijo...

Las cosas llegan cuando estamos listos para ellas, no cuando queremos que lleguen.