Épocas y creencias


Es probable que Robin Wood haya hecho muchas cosas sin querer; para empezar, llamarse Robin Wood. Cuando leía sus historias -Nippur, por supuesto, pero también Jackaroe, su equivalente en cowboy, Dennis Martin, un 007 más canchero todavía, o Gilgamesh, directamente mito-, yo estaba convencido de que Robin Wood era el seudónimo de un grupo de escritores. Sonaba a seudónimo, y además, nadie podía escribir solo todo y tanto más. Pero ahora me enteré de que Robin Wood existe y, para colmo, se llama Robin Wood. De que es un paraguayo autodidacta que fue obrero y obrajero hasta 1966, cuando se le ocurrió presentar unos guiones de historietas en la vieja editorial Columba -y allá fue. Desde entonces escribió miles y miles; Robin Wood es una especie de Arlt de la historieta: mezcla de lecturas bien dispersas, estilos mal digeridos, el respeto por la "gran cultura" y un talento indudable. Como Arlt, Wood crea un símil de lo culto que termina por apartarse de su supuesto modelo y arma un modelo propio.

Ahora, cuando se lo preguntan, Robin Wood insiste en que nada de todo esto le importa demasiado. Que es feliz, que ha hecho lo que quería de su vida, que nunca reflexionó mucho sobre lo que hacía, que sus personajes son así porque así le salieron: seguramente.

Martín Caparrós, en el Prólogo al tomo 9: Nippur de Lagash, de la Biblioteca Clarín de la Historieta

El otro día pude juntar unos pesos como para comprar este volúmen, que encontré de casualidad en una de las mejores librerías de usados y saldos de Rosario (mejores porque siempre traen lo que me gusta). Falta el de Batman. Pero vuelvo a ser chico. Creo que ninguna de las historias que tengo en mi biblioteca están en el volúmen. Debía ser, porque hay miles de historias de Nippur (y ahora termino de caer).

Me falta mucho por leer. Me gusta.

Siempre que mencionan a Arlt, algo salta. Porque me gusta como escribe y sobre todo porque algo me identifica con él. Soy un autodidacta de todo, y sobre todo de la literatura. Leo cosas raras y me salteo clásicos. No he leído la obra completa de nadie (ni siquiera de Arlt). Leo historietas y libros de historia, pero me falta la amada filosofía y los textos académicos que picoteé en la facultad. Me mantengo al tanto de la tecnología (fervientemente, así como Arlt) pero estoy fuera de muchas experiencias humanas. Mezcla de todo: géneros, estilos...

Lo curioso es que también me identifico con lo que dice Caparrós. Con ese nombre y ese apellido, yo pensé que Robin Wood no era argentino, de tampoco de por acá cerca. Cuando leía Nippur, Aquí, la Legión y Savarese, pensaba que debía ser yanqui o algo así, y que las historias debían estar traducidas. Y si pensé lo del seudónimo, en todo caso creí que era una ocurrencia de alguien por hacerse el langa con nombre raro, de extranjero. Pero después leí Mi novia y yo, y eso no podía ser más argento.

Qué tiempos esos, en los que uno podía ser escritor de historietas o dibujante con 16, 17 años. Da algo de sana envidia el habérselos perdido. Pero como siempre pensé yo, desde chico, hay tiempo para ser escritor. Si uno falla, por suerte, lo puede seguir intentando.

A ver qué pasa en estos días.



Postdata.

No fuimos los únicos. Wood era prolífico, y la palabra le queda corta. Buscando más datos suyos en la web, descubro lo siguiente:

Los guiones de Wood ocupaban una parte importante de las cuatro revistas de Editorial Columba: El Tony, Intervalo, Fantasía y D´artagnan. Se consideró que no era bueno que su nombre se repitiera tanto en el índice, por lo que empezó a firmar con seudónimos como Robert O'Neill, Mateo Fussari, Roberto Monti, Noel Mc Leod, Joe Trigger, Carlos Ruiz y... Cristina Rudlinger. Según Wood: "Yo fui la primera escritora femenina de historietas". Debió también aclarar varias veces que su propio nombre no es un seudónimo, y que Robin Wood es una sola persona, y no un grupo que escribe bajo esa denominación.

Lo que dije antes. Vuelvo a ser chico. Pero ahora tengo otro ídolo a quien seguir.

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