Ordenando el desastre


Estos días logré escribir mucho sobre el juego, principalmente sobre reglas. El viejo yo quería escribir más, pero en realidad hace tiempo aprendí que lo mejor es escribir bien, no mucho. En ese sentido creo que estoy bastante bien.

Sin embargo me abruma el hecho de tener que encargarme de muchas cosas. Estos días no me arrepiento de querer ser escritor, pero me gustaría tener menos trabajo, o cosas menos variadas. Facultad, rol, favores, novelas, comics... se acumulan muchas cosas.

Así que hoy, como no tenía ganas de escribir, y no se me ocurría casi nada, me puse a ordenar el manuscrito.

No invento la pólvora al decir que mis textos tienden a ser un poco inestables y desordenados. Como comentaba hace tiempo en SAS, simplemente desparramo ideas diferentes sobre el mismo tema, y al final tengo que juntarlas, a veces trabajosamente. Me gusta trabajar así, porque se me ocurren ideas sobre algo, dejo la otra parte e inicio una nueva. No sé si es bueno o malo, pero es así como trabajo. Sin embargo, a veces cambiar un poco los hábitos es bueno.

Dividí todo el material en cuatro grandes capítulos. El primero introduce al jugador en la ambientación y cuenta la historia de los autómatas, algo resumida. El segundo es toda el ensamblaje de personaje. El tercero es todo ambientación, expandiendo todo lo sugerido y resumido en el primer capítulo. Es mucho material, y hacía demasiado pesado el texto al comienzo. Finalmente el cuarto capítulo explica todas las reglas de juego.

Creo que es la mejor manera, al menos por ahora. Al saltear partes de reglas y ambientación, puede ir agregando nuevos elementos que luego son retomados y expandidos, desde otro punto de vista, por el capítulo siguiente. Ya suman más de 30 páginas sin maquetación ni nada, así que hay que presentar el texto de manera sencilla.

Este orden, además, me permite evaluar mejor los pasos siguientes. Ya no queda ningún tema para agregar, ya no voy a sumar más reglas o vueltas de tuerca en la ambientación. Es decir que mañana puedo elegir un capítulo y darle a las teclas hasta que salte sangre, de manera mucho más coherente y sin que me salten los errores de continuidad que cada tanto me aquejan.

Falta, falta, pero ya queda poco tiempo.

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