Al Negro con cariño


Bueno, acá estoy, escribiendo sobre vos, Negro... Me salen lágrimas, me sale risa, me sale nostalgia... y también me salen palabras y ganas de escribirte.

¿Y qué querés viejo? Soy rosarigasino y quiero ser escritor... y no me pienso ir de acá, y soy de Central... En quién más voy a pensar como patrono.

Che mirá, ya te estoy poniendo de santo... Y eso te queda grande, vos no querías eso de las cosas grandes. Pero se me cae una lágrima, y otra, y llora hasta mi abuelo... Lloro y no te conocía mucho, y te lloro como un amigo, como un pariente.

Tenías muchos amigos, se nota. De los chicos y de los grandes, de los amigazos y de esa gente que te saludaba por la calle y te quería. Esa gente que está allá, en la cancha, en el cementerio, en todas partes, un poco puteando, un poco llorando, un poco recordando... un poco también pensando en tratar de reir.

Ayer me imaginaba que vos me veías y me decías “pará, tonto, dejate de joder” cuando me veías llorar... vos sí que no nos querías ver tristes, y regalabas sonrisas enormes... sonrisas y risas que no valen nada, pero cuestan, y vos las regalabas...
No sé, pienso en reir un poco, y que cosas, yo apenas leí algún que otro cuento tuyo, o no, la verdad, creo que no, no me acuerdo de ninguno y tendría que acordarme...

Hace unos días veía esos cuentos en la tele, y te veía a vos, porque los actores eran de puta madre, todo chiche, pero sin tus letras, qué carajo, no serían tan buenos esos cuentos... Yo te veía escribiendo y releyéndolos, tratando de que quedaran perfectos...

Te llevás un poquito de todos, Negro. Te llevás un cacho del Monumental, un cacho de la tribuna, un cacho del corazón de todos, un cacho de los colores que tanto querías... Si fueras un santo te enterrarían en el estadio, o en el Cairo, pero no, mejor así, porque vos eras humilde y como humilde que sos, te llevas los aplausos de a pie... los aplausos de la gente que pasaba y te saludaba, los que vos ayudaste, los que saludaste, a los que les dibujaste algo y se los dedicaste... Los aplausos chicos que se hacen un montonazo, una avalancha de cariño Negro...

Me acuerdo siempre, un día estaba en la terminal esperando un colectivo y pasaste vos, con tu equipaje, vos solito, arrastrando un carrito, te ibas a alguna parte... Y yo te vi justo, pasaste a dos metros, y no te quise joder, no daba para pararte y saludarte, viste, y yo soy medio tímido y no te quería joder, por ahí estabas apurado... Pero yo sabía que me ibas a agradecer el gesto, yo sabía que me ibas a saludar, pero viste, yo no te quería joder.

Te escribo esto y se me inunda la cara, che... ya sé que vos no querías que lloraramos, pero es jodido, te queremos mucho todos, no te enojes, que ahora lloramos pero después más tarde, nos leemos algo tuyo y nos reimos un montón, y nos reimos juntos.

¿Qué más querés que te diga Negro? Cuidate allá arriba, no lo distraigas mucho al Viejo que después hay lío... Te vamos a extrañar, lloramos más por vos que por nosotros, que nos sentimos huérfanos, como si se nos hubiera muerto el padre de la sonrisa... pero no, estás ahí, estás en todo Rosario, porque acá naciste y de acá no te fuiste, nos dejaste marcados, está toda la ciudad y nuestros corazones firmados con tu letra. Hiciste un tremendo aporte a la rosarigasinidad, y eso ya es mucho... Lo demás lo dejaste de yapa, supongo.

Nos vemos, Negro. Nos vemos en cualquier parte, en cualquier momento.

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